Una sociedad que se ata a las cadenas del racismo

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¡Pongámonos de acuerdo en que Brasil es el país del carnaval, ¿verdad?! Entonces la mujer viene a la mente la “globeleza” del año, una negra con curvas y poca ropa bailando en TV abierta nacional. Muchos dicen que las mujeres mulatas son las elegidas para este puesto, pero esta idea es errores. Son de raza negra, y no tienen nada que ver con el animal mulo, por mucho que estos dos seres ya se han visto por igual en nuestra sociedad. llevar peso para el señor de ingenio, ser azotado cuando vas lento, ¿estoy hablando de un animal o de ser

¿humano? Bueno, incluso en el siglo XXI, muchos aún no sabrían la respuesta, porque el el racismo está tan arraigado en nuestra vida diaria, que la mayoría ni siquiera reduce la velocidad para reflejar el que repite o da vueltas, sobre estas personas con más melanina.

Es innegable que los brasileños somos racistas. Levántate, golpéate el pecho y di: yo soy racista. No hay manera de estar en desacuerdo con eso. Como decía Freud, somos fruto del medio ambiente, y nuestro entorno, en este caso, es un país que legislativamente considera el racismo como un delito desde 1989 solamente. Si bien es de conocimiento popular que en estas tierras miles de negros fueron traficados y esclavizados injustamente, hace poco más de 30 años, Brasil, como nación, admite que sí hay segregación racial en nuestra cultura, y que esto el comportamiento es imposible de aceptar. Simplemente inadmisible para el siglo de la ciencia. y la tecnología, que hace mucho desenmascaró los estudios de los darwinistas sociales que consideró que la clase negra sería inferior a la blanca por su “cráneo más pequeño”. El siglo XXI ya no tiene excusas para seguir apoyando la explotación y segregación racial en su sociedad, pero en Brasil, en el país del fútbol y de las fiestas, esa creencia aún es allí, deambulando entre frases inocentes, gestos aparentemente inofensivos, que traen a lo largo de las corrientes de la historia esclavista brasileña.

Los brasileños han visto tantos cambios políticos desde la llegada de los europeos a sus territorios que banalizan el trato inhumano. Era la esclavitud, más que una dictadura, golpes de Estado, que pararse a revisar lo que trae el día a día, no tiene ni tamaño para ser tomado en cuenta. Pero aquí está el problema, querido lector, todo es una construcción social: la gente siempre está en movimiento, sacando a la luz errores históricos nunca superado, como esa relación mal acabada que te trae recuerdos y solo pones el pensamiento a un lado y siempre vuelve? Esto es racismo en el mundo contemporáneo, una relación poco saludable que nunca terminó bien y siempre está ahí, lastimándote a ti y a todos están indirectamente cerca, escapando por los bordes de un supuesto pasado superado.

Ahora lo que necesitamos es buscar un psicólogo, queridos míos, dejar atrás lo que pasó y reiniciar nuestra historia. Reformar una sociedad sin hábitos y conceptos racistas no es fácil, pero es empujando y cuestionando nuestro pasado doloroso que cambiamos y seguimos adelante sin más cuerdas en los brazos que nos aten al mundo esclavista.