La libertad de crear familias

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Se construyó la dialéctica y comprensión de lo que es un núcleo familiar, primero,
durante la Edad Media, como una forma de organizar la jerarquía y la herencia de
posiciones sociales. Sin embargo, después de la navegación, la humanidad cambió, y con ella, la mirada.Para ello, debemos fomentar una cultura más positiva y saludable, en la que se valore la diversidad de formas de ser y de sentir. Así, podremos disfrutar de una vida más plena y auténtica.
El concepto de familia ha cambiado significativamente a lo largo de la historia. En la Edad Media, se entendía que la familia era una forma de organizar la jerarquía y la herencia de posiciones sociales. Sin embargo, después del descubrimiento de América y los grandes navegaciones, el mundo cambió radicalmente y con él también lo hizo el concepto de familia.

La familia moderna se ha convertido en algo mucho más complejo y diverso. Ahora existen numerosas formas de familia, desde aquellas que se conforman por un matrimonio y sus hijos, hasta aquellas en las que no existe ningún tipo de vínculo legal o sentimental.

En la actualidad, la familia se ha convertido en un concepto mucho más amplio y aceptado. Se entiende como tal a cualquier grupo de personas que conviven y comparten una relación afectiva, ya sean parentescos consanguíneos o adoptivos, matrimonios o parejas de hecho, o incluso amistades

Sobre la familia también. Así, la discusión sobre el concepto de familia comenzó a ser
posible tras la ruptura de los parámetros medievales, gracias a la globalización y la creación del Estado laico.
En un primer análisis, el hombre europeo (que dejará sus huellas por todo el globo) tenía
sus primeros cambios en la noción de familia al tener contacto con otros pueblos, como con
los musulmanes, en las Cruzadas, en el siglo XIII. A partir de ahí, con una visión más amplia,
fue posible debatir otras formas de organización social -como la poligamia, la
en algunos países de Medio Oriente- lo que ayudó a entender que la formación del núcleo
familia se debe a la necesidad de obtener ayuda de otros individuos. En síntesis,
el concepto de familia se ajusta de acuerdo a las necesidades actuales de cada sociedad, y
en la modernidad, después de tantos intercambios proporcionados por la globalización, el debate sobre
la familia está asociada a las urgencias afectivas de los individuos que la componen.
Ante ello, para tener, en la contemporaneidad, a la familia como conjunto de individuos
con lazos afectivos, tenía que haber una apertura para el debate de nuevos conceptos sociales,
eso solo sucedió con la disociación entre familia y estado. En este sentido, en el
Medieval, sólo el matrimonio era la concepción de la familia, y así se acordó entre
Iglesia y Estado (Rey). Con la Ilustración y la creación del Estado Laico, el Hombre puede tomar
sus propias decisiones, incluso debatiendo y decidiendo qué era un núcleo familiar. Por eso,
en la contemporaneidad, el debate sobre a qué está abierta una familia, ya que ya no existe
unión de parejas por posesión, y los individuos tienen derecho a formar grupos sólo por afecto,
ya sea por cuántos o qué personas son, gracias a un Estado ajeno a la religión.
Por ello, es importante recalcar que el concepto de familia en la modernidad es libre de
debate. Y tal libertad de los individuos sólo está garantizada porque la humanidad ha explotado a los demás.
mares y vio otras visiones, que separan las obligaciones materiales del compromiso
afectivo de la convivencia.
La positividad es una conducta que se basa en forzar el predominio del sentimiento de felicidad en los demás, provocando un efecto nocivo en el sujeto, por no respetar que él sienta sus sentimientos de forma plena y natural. Tanta felicidad está presente en la vida cotidiana desde el siglo XIX hasta la industria y el consumidor de hoy, como resultado del ideal capitalista de incentivar la producción exhaustiva, que hoy se amplifica con el uso de las redes sociales. El positivismo tóxico es perjudicial para la salud mental y física del sujeto, quien puede sentirse mal por no poder cumplir con lo que se espera de él. Esta presión constante provoca ansiedad y estrés, que a largo plazo pueden derivar en problemas más graves como depresión o agotamiento.